¿Te acuerdas de cuando los móviles cabían en un bolsillo sin hacer bulto o amenazar con caerse cada vez que te sentabas? Bueno, nosotros también. Y aunque el mercado parezca obsesionado con hacer pantallas gigantes, aún quedan algunas marcas que piensan en quienes queremos algo más manejable sin renunciar a nada. Ahí es donde entran el Google Pixel 9 Pro y el Samsung Galaxy S25, dos “pequeños” gigantes que, por fin, nos dan lo mejor de ambos mundos.
Pero no te confundas: aquí no se trata solo de cuál es más chico. La cosa va de sensaciones. ¿Cuál se siente mejor en la mano? ¿Cuál pesa menos sin parecer de juguete? ¿Cuál te permite usarlo con una sola mano sin parecer que estás haciendo malabares?
El Pixel 9 Pro parece compacto… hasta que agarras el S25. Y ahí es cuando empieza el verdadero dilema. Porque uno es más ligero, más delgado y más corto, pero el otro tiene ese peso que da confianza. ¿Te gusta sentir el teléfono o que se te olvide que lo llevas? ¿Prefieres acabado mate o algo más llamativo? Y, claro, ¿cuánto te importa que la cámara sobresalga un poco?
No es solo una cuestión de medidas. Es una cuestión de feeling. Y después de tener los dos en las manos, hay cosas que no se ven en las fichas técnicas pero que cambian totalmente la experiencia.
Más pequeño, más ligero… pero sin renunciar a la sensación premium
Las diferencias de tamaño no son brutales, pero sí significativas. El Samsung Galaxy S25 es más bajo (146,9 mm), más estrecho (70,5 mm) y más fino (7,2 mm) que el Google Pixel 9 Pro (152,8 mm x 72 mm x 8,5 mm). A eso hay que sumarle que el Galaxy S25 pesa 162 gramos, frente a los 199 gramos del Pixel 9 Pro, y sí, esos 37 gramos de diferencia se notan desde el primer segundo.
El Galaxy se siente ágil, liviano, casi etéreo si vienes de móviles más grandes. El Pixel, sin ser incómodo, impone más presencia y cuerpo. Cada uno transmite sensaciones distintas: el S25 es más cómodo de usar a una mano y cansa menos en sesiones largas, mientras que el Pixel da ese punto extra de solidez al sostenerlo. No hay uno mejor en esto, pero sí enfoques distintos.
Pantallas igual de brillantes, pero con una ligera ventaja en ergonomía
Aquí hay empate técnico en muchos aspectos. Ambos montan pantallas AMOLED de 6,3″ en el Pixel 9 Pro y 6,2″ en el Galaxy S25, con resolución muy similar y gran calidad de imagen, tanto en brillo como en contraste. Ver contenido en exteriores, vídeos en HDR, o simplemente navegar, es un placer en los dos.
Pero donde se nota la diferencia es en cómo se manejan esas pantallas. El S25, al ser más compacto, permite llegar más fácilmente a la parte superior con una sola mano, y eso se nota en tareas como abrir la cortina de notificaciones o escribir rápido. El Pixel necesita un poco más de juego de dedos o usar el móvil a dos manos en ciertos gestos.
La fluidez no falta, pero el enfoque es distinto
En cuanto a rendimiento, los dos van sobrados para absolutamente todo. Tanto el Galaxy S25 como el Pixel 9 Pro montan procesadores de gama alta y funcionan de forma impecable en juegos, multitarea o apps pesadas. La experiencia diaria es rápida, fluida y sin tirones.
Ahora bien, el enfoque es distinto. El Galaxy S25 va con One UI 7, una capa ultra personalizable sobre Android, muy pulida y con mil ajustes posibles, mientras que el Pixel 9 Pro apuesta por Android puro, con animaciones más suaves y una interfaz limpia sin distracciones. La sensación es que el Pixel va un poco más “fino” en las transiciones, mientras que el Galaxy te da más control y opciones para adaptarlo a tu gusto.
Fotografía: estilos diferentes, resultados top
Aquí entramos en terreno más subjetivo. El Pixel 9 Pro sigue siendo un referente en fotografía móvil, con un procesado muy particular, colores más naturales y un HDR que no falla. Las fotos nocturnas, los retratos y los cielos son espectaculares, como ya es costumbre en Google.
El Galaxy S25 también hace fotos geniales, pero con un estilo más vivo y contrastado, tirando a lo cinematográfico. Las cámaras de Samsung tienden a saturar ligeramente los colores, lo que puede gustar más a algunos usuarios. Y ojo, que el módulo del Galaxy es más discreto y compacto, lo que también influye en el diseño general del móvil.
Si buscas naturalidad, detalle puro y una experiencia más «pro», el Pixel tiene ventaja. Si te gusta que todo salga bonito directamente, sin tocar nada, el Galaxy lo pone más fácil.
Batería: dos buenas cifras, pero con sensaciones distintas
La autonomía es buena en ambos, pero hay matices. El Galaxy S25, con su cuerpo más fino, logra hasta 1 día y medio de uso con sus 4000 mAh, gracias a una buena optimización y una pantalla más pequeña. El Pixel 9 Pro, con batería algo mayor, también aguanta bien el día, incluso un poco más si eres moderado con el brillo y el uso de GPS o cámara.
Donde sí gana claramente el Pixel es en la carga. Google ha mejorado los tiempos de carga en esta generación, y el Pixel 9 Pro se carga más rápido que el S25, tanto por cable como en carga inalámbrica. Samsung sigue siendo conservadora en este punto, y aunque no es lenta, se nota.
Android puro vs. personalización extrema
El software es probablemente una de las diferencias más marcadas entre los dos. El Pixel 9 Pro ofrece la experiencia Android más limpia y fluida del mercado, con actualizaciones inmediatas, animaciones suaves, y funciones exclusivas como Circle to Search o los comandos de voz de Gemini.
El Galaxy S25, en cambio, va cargado con One UI 7, una de las capas más completas y visualmente atractivas, con herramientas propias, opciones de personalización casi infinitas y una integración brutal con el ecosistema Galaxy. Pero también es más pesada, y eso puede notarse con el tiempo.
¿Minimalismo o control total? Aquí va en gustos, pero cada uno ofrece una experiencia sólida y bien pensada.
Conclusión: el Galaxy S25 gana por comodidad… literalmente
El Samsung Galaxy S25 es, sin discusión, el que mejor se siente en la mano. Y esto no va de números, aunque también los tenga de su lado: es un 15 % más delgado, un 19 % más ligero y casi 6 mm más corto que el Pixel 9 Pro. Pero más allá de las cifras, lo que cuenta es cómo se usa.
Todo se vuelve más cómodo con el Galaxy S25: llegar a la parte superior de la pantalla, sujetarlo durante una llamada larga o escribir con una sola mano. Ese recorte de gramos se nota desde el primer segundo. El Pixel no es incómodo, pero vuelve a la mano con una sensación de “esto pesa más de lo que recordaba”.
El acabado mate en cristal y marcos del S25 ayuda a que no se noten las huellas, y la cámara apenas sobresale, dejando el móvil casi plano sobre la mesa. Y aunque a nivel técnico ambos están muy parejos, el S25 te lo pone todo más fácil por su diseño más estilizado y ligero.
Así que si lo tuyo son los móviles compactos que no sacrifican nada, el Galaxy S25 es el que pone la comodidad por delante sin perder músculo. Es el pequeño que se mueve como grande.